entre las pestañas
Ahora no lo ves, ahora sí lo ves. Está, sí, sí, está. Va por
las respiraciones, por los latidos, está entre las pestañas, amaga un instante
al abrir y cerrar los ojos. Amaga y después se desliza como una lágrima
acariciando el pómulo, besa la comisura de la boca, se escurre por la nuca y en
algún momento de la espalda puede entrar y verte respirar, latir; sale con el
aire y se aleja hacia arriba, hacia arriba y te ve durmiendo en tu cama.
Recorre las ventanas, persianas y rejas, da vueltas cerca del techo, sobre el
que duerme en la cama.
Cuando el que duerme despierte huirá secreto al abismo
extraño entre vigilia y sueño, y ahí, suavecito canta canciones en su propio
sueño, que son brisas suaves, que son juegos.
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