miércoles, 5 de agosto de 2015

relato _ es más fácil


Es más fácil matar un caracol que romper una cáscara de nuez. Sencillamente una desgracia para el caracol. Partir nueces es más difícil. ¿Puede gritar un caracol? Una nuez no, pero ciertamente, tampoco sufre. Más fácil que partir una nuez es matar una hormiga, ¿cuál es el sonido de una hormiga?, y ciertamente, la hormiga sufre. Sobre la tierra, bajo el sol, esquivando luna y estrellas, millones de bocas, con dos piernas, con dos pies, con dos brazos, con dos manos y una espalda que se encorva, ¿qué voz tiene esta multitud, qué grito alguien reclamaría como suyo, si cada pie golpea cada boca y cada puño saca el aire del cuerpo próximo? Y ciertamente, estos mansos y feroces sufren.
El viento roza miradas opacas, y todo destello se pisotea en un charco. ¿Quién siente pena? ¿Quién siente amor? Y ciertamente, todos nos engarfiamos a la continua tarea de respirar. Respirar, exhalar, respirar, exhalar, una tos, un suspiro, un estornudo, una maldición, y la vocesita que dice bajito “¡socorro!, ¡socorro!” ¿Quién va a escucharte, vocesita, si te ahogan con más manos de las que pueden sostener un cuerpo. Y ciertamente, antes de caer, esos cuerpos se sostienen con la fiereza que no tienen para ser felices. Hay que morder el aire con todos los dientes, degustarlo con toda la boca y los pulmones, y que nos acaricie la piel. Hay que cantarle a la luna. Ciertamente, hay que querer salvarse.


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